“El mexicano puede salir de México, pero México nunca sale del Mexicano. ” Miguel Ángel Rodríguez

¡Y qué razón tiene! No pasan dos semanas y ya empiezas a buscar picante en los supermercados. Casi siempre decepcionado. A veces encuentras una latita de chiles traídos de México que atesoras e intentas comer de la manera más prudente, prolongando su inminente muerte. Pruebas “tacos” (sí, así, entre comillas, porque rara vez se parecen a lo que estás acostumbrado) que si bien te llenan el estómago, difícilmente cubren el hueco del corazón. 

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